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sábado, 12 de diciembre de 2009
TABACO
Me matas tan lentamente con ese dulce matar,
que cuando aspiro el veneno de ese sabor irreal
me trasportas a una nube de sueños, paladear
de mil distintos sabores, amargos, de negra sal.
Tan poco a poco me acabas que no siento tu puñal
que se clava, que se enquista como nieve, como mar
en lo profundo del cuerpo, hasta en mi torpe caminar
y produce tambaleos, y me hace balbucear,
entre dolores terribles de tal asfixia fatal,
cuando inhalan mis pulmones ese mortal alquitrán.
Tabaco, por que me matas si no te hice algún mal
y te quiero, ya lo sabes, no dejaré de fumar.
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