Si te fueras espérame
en el cielo
que yo te seguiré
tarde o temprano,
reserva la caricia
de tu mano,
a alguien servirá como un consuelo.
Volaste muy
despacio, desde un suelo
con el perfume
eterno de un hermano
la muerte
traicionera, el ser lejano,
nos conduce al más grande desconsuelo.
Pelea, no nos demos
por vencidos,
mañana con los tonos
diferentes
serán otros deberes,
otras fuentes,
que quizás sean
logros conseguidos.
No te rindas,
compañera, no lo hagas
que la vida es tan
solo un par de dagas.
Dedicado a la auxiliar gallega que esta ingresada en el Juan Carlo III de Madrid