Bien sabes que lloraré en tu partida
lagrimas con sabor a desconsuelo,
saberte para siempre fenecida,
será mi perdición, el fin del vuelo.
No pude, bien lo sabes, de tu vida,
ni darte aquel impulso desde el suelo
que hiciera trampolín de despedida,
ni de beso de amor, ósculo celo.
Perdóname, querida, por perderte,
ya se que no merezco casi nada,
disculpa si tampoco quiero verte,
imploro de tu ser la puñalada;
que quieres, ya lo ves, no tengo suerte,
mi vida poco a poco está acabada.