Quisiera rechazar de la mirada
ese dolor por tantos compartido
de sentir la impotencia, el vacío
a la postre distancia, tan lejana.
Si pudiera cambiar esta mañana
esos llantos oscuros, doloridos
por consuelo de amigo por mil guiños
que tornaran la sombra por templanza.
Destrucción, no querida, no buscada
desamparo voraz y consentido
que devora, devasta mi mañana
retorciendo de impotencia los sentidos.
Mira Dios esas pobres criaturas,
dales paz, son tus hijos desvalidos.