Quisiera rechazar de la mirada
ese dolor por tantos compartido
de sentir la impotencia, el vacío
a la postre distancia, tan lejana.
Si pudiera cambiar esta mañana
esos llantos oscuros, doloridos
por consuelo de amigo por mil guiños
que tornaran la sombra por templanza.
Destrucción, no querida, no buscada
desamparo voraz y consentido
que devora, devasta mi mañana
retorciendo de impotencia los sentidos.
Mira Dios esas pobres criaturas,
dales paz, son tus hijos desvalidos.
Trágico presente e incierto futuro. Quien se acordará de ellos una vez finalizada la historia mediática.
ResponderEliminarComparto tú opinión, Pepe, es más.este poema se quitó del portal, ya que después de unos días, nadie entraba a leerlo, es increible como estas cosas, estos desastres, solo son recordados casi en el momento de producirse, luego e nos borran y terminan.
ResponderEliminarGracias por leerlo,hermano.