Nanas mil te cantaré,
mil nanas princesa mía,
en mis brazos dormirás
escuchando poesías.
Cuando la luz te bañó
Cuando la luz te bañó
aquella mañana fría,
una lágrima brotó
empapando mis mejillas.
Pensé, a fe, vive Dios,
Pensé, a fe, vive Dios,
lo pensé, Jimena, niña;
me robaste el corazón
por el resto de mis días.
Aquellos ojos cerrados,
Aquellos ojos cerrados,
la nariz tan chiquitina,
tu pelo pincho, de punta,
el olor que desprendías,
aroma de vida nueva
aroma de vida nueva
afin de cuentas, mi vida.
Me robaste el corazón,
guárdalo siempre, bandida.
Precioso poema, a tu niñita del alma... tu nieta. Te felicito, por esa exquisita sensibilidad!
ResponderEliminarUn saludo, de Sandra
Gracias, Sandra, por tu presencia. Estas en tu casa.
ResponderEliminarSaludos cariñosos
Precioso poema, sin duda la niña protege tu corazón, su alma no olvida el calor de los brazos que la abrigaron en sus primeros días...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Raquel por el comentario y tu compañía, es un placer verte por este rincón de sueños. Felices fiestas y regresas cuando quieras.
Eliminar