respiras sin apenas
darte cuenta
van buscando los
ojos la arrogancia
de aquel sentir
lejano la tormenta;
esperando impaciente
tú llamada
escuchas la dulzura de aquel verbo
ilusión de querencia
apasionada
que en mi interior
oculto bien conservo.
Pagando voy con
dracmas los pecados
ausencias y hasta ciertas felonías
traducidas en tontas
melodías
que puedan arraigarse a los pasados.
La música es extraña
y cadenciosa
si quieres hasta un
tanto perniciosa.