Te supuse distante y
tan cercana
como un rayo solar
en primavera
conteniendo el calor
de la albufera
que desprende la
nota de una nana;
sabes bien que te
hice soberana
y sin ser siempre
fuiste la primera,
la del oro, topacio
ser de cera
latiente suspirar de
mi sultana.
Envuelves mi latir
con el turbante
que muestra
solamente esos dos ojos
azules como trozos de despojos
de aquel verso
cautivo de un tal Dante.
Que más quieres
saber, amada mía,
solamente es arcana
poesía.