Foto Tiguaz
La negra noche
siempre nos acuna
meciéndonos
despacio, lentamente,
con la sabiduría
consecuente
que le da la coqueta
luz de Luna;
reflejar las
estrellas una a una,
en un halo de amor,
en esa mente,
como si fuera un
soplo evanescente
cual caricias de
arena en una duna.
Dime aire, como
quieres mi destino;
si muy duro o tal
vez desosegado
dejándome la parca
tan marcado
que apenas ya
recuerdo aquel camino.
Si lates, no
renuncio a la caricia,
ya sabes que no
tengo tal malicia.