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viernes, 29 de enero de 2010

NIEVE

Al amparo del cristal de mi ventana
resguardado del intenso y duro frío,
veo absorto la caricia de la nieve
como manto blanco, inmenso, vespertino,
que cubriendo van los montes de mi valle
de matices de distintos coloridos,
tamizados, de tan bellos y reales
que agudizan francamente los sentidos.

Murmurante, alegre, el río nos contempla,
los sauces, prendidas gotas de rocío;
son regalos que la nieve va dejando
cual perlas dulces, lloradas de amoríos
absurdos, bellos, de notas delirantes,
al tiempo envueltos en múltiples sonidos
anuncio que son de locos corazones
que huyen se esconden de tanto desvarío.

Regresa, sol, ya no esperes la mañana,
retorna, luz, ilumíname el camino;
no ves pasión que no siento su mirada,
el cuerpo yermo, exhausto y tan baldío
que a pesar de no saber de sus caricias
muere en deseos de besos no sentidos.

No quiero nieve de blanca madrugada,
solo susurros que arropen los oídos.

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