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viernes, 17 de julio de 2009

ACOSO

ACOSO

No quiero tus ojos a mi espalda
ni tu aliento en mi nuca percibir
cada tarde, cada día, cada noche
como un rayo que persigue mi vivir.

En la esquina, a la vuelta de la casa,
en el parque, mis espacios, mi venir,
siento tanto la presión de tu mirada
y es que intuyo, aun sin verte tu latir.

Ya que sabes que lo nuestro ha terminado
que no queda nada nuevo que decir,
deja al menos que conserve en mi recuerdo
las caricias y los besos que te di.

Tu maltrato lo tengo superado;
de tus golpes de antaño, que decir,
no dejaste marcas en mi cuerpo
cicatrices en el alma, duelo al fin.

Ya no existo, me he volatizado
no lo intentes, es en vano aquel sentir
conserva si es que gustas el recuerdo;
el candado ya cerrado para ti

VINO

VINO

Quien pudiera ser tu vino, ese que tiñe tu alma
de destellos y matices, ese que nunca se calla
que baila el son de tu viento cuando nace la mañana
acurrucando tu cuerpo justito sobre la cama;
diciendo lo que no dice, hablando lo que se calla
que teme que te despiertes y que quiere que mañana
dejes tu indeleble marca en el borde de su casa.

Quien pudiera ser tu vino, el que ilumina mi alma.

Es así que madurando, poco a poco, en la almazara
se impregna de tu perfume, de los rasgos de tu cara
que me devuelve a los ojos, como tierna puñalada,
los matices y colores de vendimia bien cortada;
Mencía negra de amores, Godello uva romana,
Tempranillo de dulzura, Valenciana, blanca, blanca
requemadas por el Sol de la noche a la mañana.

Quien pudiera ser el vino que baja por tu garganta.

En la noche, negra noche, al sonar de la guitarra
cuando la púa despierta rascando las cuerdas largas,
canta un bordón silencioso al que la prima acompasa
en canción de seguidilla, de brujería gitana
enzarzada con la luna que mira por la ventana
por ver si refleja el rostro, justo, justo en la ajofaina
que contiene el agua limpia donde lavaste la cara.

Quien pudiera ser el vino de tu cosecha guardada
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