Desde la almena indolente
del castillo de tu amor,
ruego que lances tus trenzas
por si deseas, primor,
que trepara a los dominios
donde tengo el corazón
que quisiera cada día
para darle mi pasión.
Si tus trenzas lo abarcaran
para atraerlo a la almena
y mi dueña no llegara,
mi alma muerta de pena
vagaría en desconsuelo,
pasión frustrada, de amor
en desierto yermo, inmenso
consumido de dolor.
Sangre vertida en el suelo,
muerte, condena, dolor;
alzo mi voz a los cielos
y pediría al Señor
que me libre del infierno
de no sentir su pasión
que ansío a cada minuto
como la brisa a la flor.
Un poema precioso, con una fotografía excelente! Qué más puedo decirte, magnífico! Mi enhorabuena!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
ZeltiaG
Gracias, Sandra, por visitarme, un placer que te gustara.
ResponderEliminarRecibe mi afecto